domingo, 31 de mayo de 2015

Otro año sin tu presencia, mi querida abuela.

Va corriendo el tiempo desde tu despedida involuntaria.
Las lágrimas corren por mi rostro y la de cualquier otro que te quiera; hoy, ya solo quedan los recuerdos, las alegrías y las tristezas.
Hoy, te extraño sin tener límite alguno, sin fingir o aparentar, te quiero y, entre llanto y llanto más te recuerdo.
Mi hermoso regalo, mi apreciado recuerdo, para mi corazón no haz muerto, aunque mis ojos demuestren lo contrario.

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