sábado, 30 de enero de 2016

Sin poderle escribir estoy, buscando la manera de que haga un nuevo intento y repare un poco más a éste corazón, soy yo el que le pide que aparezca, aunque sea en un pequeño asomo, pues ignoro lo que se le presenta en el día transcurrido.
Desapareceremos de nuestras existencias olvidando ya lo que nos ha unido y en un abismo, volveremos a ser unos simples desconocidos.
Hace rato que no le escribo pero usted, parece que ya me hundió en un perpetuo olvido.
- ¿Quienes somos, si nosotros queremos otros rostros y amamos a otros que no son los mismos?
Cariño, ¿cómo hago si tu eres mi delirio y otro amor cubre tu camino? Herido... Herido está la flor que dentro a crecido, donde ahora mismo le ha caído una agua salada en la cual se ha sumergido, unos ojos sollozos que gritan por otro ser que no soy yo y ocupa lo que tanto he querido. 
Tantos suspiros en los que he ahogado éstos malditos "Te Amo" que nunca te he dicho, tantos gritos opacados por los palpitos distraídos y un amor no correspondido por culpa de otro ser maldito.
¿Qué tiene él que no tenga yo, si los dos estamos ya malditos?

¡Somos tontos!

Se ha vuelto a colorear el cabello, le queda precioso para ésta temporada donde serán sus 18.
Ha cambiado su foto y la piel la tiene un poco más clara, ha cambiado aunque no mucho porque su sonrisa sigue siendo un hermoso rocío y sus ojos, ¡ay, sus ojos! siguen siendo tan hermosos como sus puntos negros dispersos por todo su cuerpo.
Le han dicho que escribe bien y su drama es tan dulce como la miel, que es perfecta para el amor de alguien pero corre de flor en flor hasta llegar a un punto neutro.
No la he visto de primero pero sé que juega con sus ojos donde le acompaña una coquetería y nos envuelve como a unos tontos, y es que tontos somos por ser una flor más de su jardín olvidado.

domingo, 17 de enero de 2016

¿Qué debo de ser?

- Tal vez deba ser una pared sin rostro, si, de esas que le pintan una sonrisa o un árbol talado fingiendo que disfruta del agua que recorre por sus venas mientras retoña.
  Debiera de ser como un niño que llora por una galleta o una ingenua que muere por una fresa cuando la besan.
  Es una ironía nuestras sonrisas si después de un engaño vuelven a ser las mismas.
  Días, meses y años pasarán y miles de amores podrán llegar o, tal vez, nuestras almas están divididas desde el primer saludo que nos inicia.