- Tal vez deba ser una pared sin rostro, si, de esas que le pintan una sonrisa o un árbol talado fingiendo que disfruta del agua que recorre por sus venas mientras retoña.
Debiera de ser como un niño que llora por una galleta o una ingenua que muere por una fresa cuando la besan.
Es una ironía nuestras sonrisas si después de un engaño vuelven a ser las mismas.
Días, meses y años pasarán y miles de amores podrán llegar o, tal vez, nuestras almas están divididas desde el primer saludo que nos inicia.
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