miércoles, 27 de julio de 2016

Soy...

Soy cautiva del arrepentimiento, de los caminos incompletos y desolados.
No tengo conocimiento de la realidad, solo soy un compendio de palabras absolutamente baratas, obsoletas que han matado la belleza de un grupo de semillas en mi interior llamadas mariposas, ¡que lástima! Todo da vuelta, sin embargo, se ha incrustado en mí la estación del tren que parece detenido hace millones de años.
Un tren que siento que ha pasado, me ha dejado aunque estuviese viajando a mucha velocidad, lo sigo viendo estacionado en una localidad que nunca antes había recorrido; y pensar que, a mi me gustan las ventanas (cuando viajo) me enamoro del paisaje, del camino que para muchos es incoloro y fastidioso, ¡que fachada! Soy un constructo de páginas rayadas.

Confesarse es un dilema.

Entonces, nos encontramos en cuatro paredes, tan cerca y distante a la vez. Lo que nos toca es correr o hacer que corra la buena suerte por nuestras venas porque no es posible que el infierno lo tengamos tan cerca.
No es posible que se cierren puertas, que hayan tan constantes problemas y nuestros sentimientos siempre miren a través del espejo de la persona incorrecta. ¡Una mierda! Quítense las malditas caretas... Grítenle a los corazones que ya mantienen dueñas y así nos evitan entrar en el núcleo incómodo de andar gritando nuestras condenas, porque cariño, confesarse es un dilema.