sábado, 11 de febrero de 2017

He arropado el silencio entre nuestros cuerpos y, las madrugadas se han vuelto más eternas y el sueño bastante pasajero.
Las tardes las cubre un estruendoso frío y un melancólico intento por cerrar puertas que abríamos abierto para su determinado momento. Perdonadme, amor mío, pero siempre, siempre, necesitaré mis cuatro esquinas para recorrer los memorándum en el que mi tiempo se habría vuelto maravillosamente eterno

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