jueves, 27 de abril de 2017

Y en el notorio silencio sentía miedo de escribir, de saber cuánto seguía queriendo a mi musa, aunque mi musa no me siguiese queriendo a mi.
No podía sujetar aquél trazo de madera llamado lápiz, porque el grafito se hacía débil e impotente así tuviese toda la punta necesaria para sumergirme de lleno en el papel... o en ti.
Sentía miedo, no lo niego, hasta opté por calificar a mis antiguos amores como un camino preciso entre las letras sin sabores, pero tú, amor mío, seguías tan latente como si fuese aquél noviembre en el que te habías desprendido del caminante sin destino, el ser en delirio, el del cielo gris.
Y dudé, juro que dudé mucho en escribir, pero debo escribir para sanarme, es inevitable, ya no importa que aún sigas allí. Y si me ves por ahí, ¡sujétame! Necesito mucho que escribir.

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