domingo, 8 de febrero de 2015

Hace una semana que no sé de usted.
Hace una semana que no la escucho reír, llorar e incluso quejarse de la inconsciencia de los demás.
Hace una semana que no sé de mí a causa de los días y noches llenos de soledad por culpa de su ausencia.
Hace una semana que no me escucho reír, pero si me escucho llorar.
Hace meses atrás me pregunto:
¿Por qué me tuve que venir a esta ciudad, dejando lo que realmente vale la pena, Mi Mamá?
Hace años ya; comprendí que no puedo vivir sin ella.

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