miércoles, 26 de noviembre de 2014

En Clase.

-Me siento acorralada en éstas infinitas paredes, implementadas por puertas transparentes, las cuales se abren en dimensiones diferentes. Es un salón de ruidos inconclusos, nadie sabe apreciar el silencio, al menos eso es lo que yo pienso.
Las personas ya no hablan, gritan y lo peor es que son todos; y en sí, ¿de qué hablan? Solo malgastan palabras, cuentan sus vidas como si fuera un cuenta cuento de hadas.
Vidas ficticias, llenas de rutinas y palabras vacías.
¿En qué me he convertido? Ahora me molesta el ruido, el cosquilleo de mover la mandíbula cuando se quiere, es preferible moverla cuando se debe y no desperdiciar palabras diciendo cosas sin importancia, palabras y cosas donde todos mueren.

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